jueves, diciembre 01, 2005

Época

Me he puesto a pensar y a razonar el por qué yo tengo la idea que las cosas cambiarán, radicalmente. Dentro de todo me he desplazado, limitadamente por mis entornos, sin siquiera pensar en salir de Chile; no obstante, la apertura de las comunicaciones me entregó un razonamiento clave de las situaciones mundanas del colectivo.

He visto un sinnúmero de personas y he tratado con muchas gentes que están en lo cierto de sus convicciones. Todos tienen la preciada verdad enraizada en sus acciones, ya que de ellas emanó una estabilidad económica, la cual los tiene holgados en el sistema que los contiene. Sin embargo, sus avances se detienen y comienzan a contemplar el retroceso personal, del que se genera una instancia de pavor por el desarrollo de los acontecimientos.

Como si fuera una canción estacional, el acervo reacciona apabullado ante la ola de cambios sociales, pero a la hora de asumir los cambios en las tecnologías, éstos mismos mantienen una distancia demencial, solamente por que la comprensión la han dejado en el cuarto de la obsolescencia. Condenando a muchos si es que ellos concentran el poder del cambio.

La época que me tocó evidenciar me habla de gigantescas edificaciones y monumentales desarrollos físicos. La gran mayoría están dirigidos a las sociedades para que su desenvolvimiento tenga coherencia con el tiempo vivido. Lo claro es que en mi nación, tanto la época como los desarrollos y las sociedades van en paralelo, pero no en conjunto. Haciendo del avance de mi sociedad un verdadero hito para quien forje un factor de coherencia, para los tres puntos antes mencionados.

Éste es el siglo que me tocó vivir. Un periodo en que no todos tiene la oportunidad de ver el futuro, demasiados miran hacia el pasado y unos cuanto viven el eterno presente; sin reconocer historia y menos observar desarrollos.

“No nos dejes sucumbir”

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